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18 de septiembre         LAKE TAHOE

Jim es un ex-directivo retirado de la  Compañía para la que trabajaba Luis. Además es un excelente mago y solía amenizar las cenas internacionales de ventas con trucos estupendos y mucha simpatía. Vive con su mujer Lynn en San Francisco (SFO) y tienen una casa en Lake Tahoe a la que nos invitaron cuando se enteraron de nuestro viaje. Son una pareja entrañable. Sencillos de trato, felices y muy amenos. Son unos enamorados de los veleros y todo aquello relacionado con el mar. Suelen ir a la America´s Cup allá donde se celebre.

Tahoe lo tiene todo. Un entorno natural envidiable dominado por el gigantesco lago Tahoe de casi 500 km2, una superficie impresionante que permite practicar cualquier deporte acuático y que goza de muy buen ambiente en el verano. Por si fuera poco, está rodeado de montañas por todas partes contando con más de 10 estaciones para esquiar en invierno. El lugar es una auténtica maravilla y recorrer la carretera que bordea el lago es un viaje delicioso con vistas increíbles en cada curva. Las casas son todas de madera en estilo alpino. Impresionantes por fuera y cucas y preciosas por dentro.

Jim nos espera en el aparcamiento de un restaurante para subirnos a su casa. Modesta según ellos, es la típica casa de espacios abiertos en dos plantas. Todo el interior en madera clara y una decoración sencilla muy acogedora. La habitación de las niñas tiene literas y al verla se ponen como locas. También tienen una perrita llamada Amy, que se alegra mucho en cuanto las niñas se le acercan.

Jim y Lynn nos llevan al embarcadero para darnos una pequeña sorpresa: ¡¡Una excursión en lancha por el lago!! Nunca lo hemos pasado mejor. Jim va como un rey en su sillón de capitán y de pronto les propone a las niñas que le ayuden a conducir la lancha. Hay tortas por ser la primera. Jim no hace más que repetir la regla de oro de la navegación: "Lo más importante es no chocarte con los otros barcos" Pero el lago es gigantesco y sobra espacio. Las niñas disfrutan como enanas.

¡Tenéis que ver sus caras de felicidad!

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Jim y Lynn, nos fueron explicando una a una la historia de las distintas mansiones que se veían en la orilla. Luis se emocionó, cuando vio la mansión en la que se rodó el comienzo de El Padrino II. ¡Estaba idéntica! Parecía que Al Pacino saldría a saludar en cualquier momento. Los aficionados al cine saben a cual nos referimos.

Paramos en un parque divino frente al lago a hacer un pic-nic, esta vez no lo habíamos preparado nosotros, sin embargo: ¡Ooootra vez sándwiches de pollo, uvas y cerveza! (bueno, al menos esta vez no fue coca-cola). Es que aquí todo es bonito. Se te cae la cámara y haces una obra de arte. Está todo lleno de pinos redwood, las casitas son como de cuento, lo tienen todo impecable y hay ardillas y pajaritos por todas partes, pero… también hay OSOS. Lynn nos contó que el verano pasado les entró un oso en casa y se la destrozó entera. Cuando llegaron, los vecinos les avisaron: ¡¡No entréis, no entréis. Que tenéis osos dentro de casa!!

Las madres enseñan a las crías a entrar en las casas cuando no hay gente para conseguir comida. Pero luego los de medioambiente buscan  a los osos y los tienen que sacrificar. Dicen que hay super-población, pero en realidad es que cada vez les queda menos territorio y no les queda más remedio que bajar a los pueblos a conseguir comida.

De vuelta del paseo en barca, pasamos por el club náutico donde nos invitaron a una copita de vino y conocimos a otros amigos de Jim. Volvimos a casa, y antes de salir a cenar, Jim nos hizo unos trucos de magia ¡con ayuda de su perra Amy! La había entrenado para algunos números. Lynn, que es muy guasona, nos contó que un día volvió de la compra y al abrir la puerta apareció la perra con las cartas en la boca, y ella entorno los ojos pensando: ¡¡Pero qué hombre éste!

Cenamos opíparamente en un restaurante de la zona y Jim volvió a hacernos unos trucos en la mesa, esta vez con pelotitas de goma y de tenis…..Y no hay forma de sacarle ni un solo truco, como a Tamariz, al que por cierto conoce de varios congresos de magos. Por la noche tomamos unas copillas en el porche y nos ofrecieron las llaves de su casa de SFO situada en una zona del sur llamada "Los Gatos"

19 de septiembre           SAN FRANCISCO. Reencuentro con Shannon y Cote

Sólo teníamos un día para ver San Francisco, así que intentamos aprovecharlo al máximo. Amaneció nublado, lo que siempre desilusiona un poco. Aunque era sábado a Cote le tocaba trabajar de guardia es su puesto de recepcionista del Ritz. Así que desayunamos con Shannon y nos fuimos con ella a recorrer la ciudad. Entramos a la Bahía por el puente de Oakland. Las niñas estaban impresionadas de que existiera un puente tan alto, tan largo y con dos pisos, uno para cada dirección del tráfico. Y nosotros pensando: ¿Qué dirán entonces cuando vean el Golden Gate?

Atravesamos el centro y llegamos al Pier 39. ¡Está abarrotado! Al ser fin de semana hay turistas por doquier, pero también mucho más ambiente. Pasamos un rato observando a los leones marinos y paseando por el muelle. Para entonces ya han desaparecido las nubes y el día nos regaló un sol generoso que lo iluminaba todo. Ya sabéis, como dice la famosa canción: "Everywhere you go, always take the weather with you"

Para los que no lo conozcan, el Pier 39 es un precioso centro comercial al aire libre construido en un antiguo muelle que goza de excelentes vistas de la bahía, sobre todo de Alcatraz y del Golden Gate. Todas las tiendas, paseos y plataformas son de madera en distintos colores y se apoyan sobre una gran base de empalizadas que se adentra en el agua del mar. En uno de sus laterales hay unas pequeñas islas artificiales que flotan sobre el agua y en las que se agolpan los leones marinos para descansar y tomar el sol.

Como nos moríamos de hambre, nos acercamos a Little Italy y China Town a tomar algo. Acabamos en un restaurante Tailandés tomando un combo con mezcla de todo un poco. Lo mejor de esto es que las niñas se están abriendo a sabores nuevos. Ainhoa, que nunca había probado una gamba, se comió varias rebozadas y Sara saboreó unos rollitos de primavera. Cada vez van comiendo más cosas y más variadas. Han pasado de la hamburguesa llana con queso a zamparse unos Whopper Junior con tomate, lechuga y cebolla, sin ningún problema. Bueno, Ainhoa se los come de dos en dos, así que la próxima vez le tendremos que pedir un Whopper directamente.

Para bajar el festín, nos acercamos a la plaza Ghirardelli a tomar uno de sus famosos helados. Primero nos comimos la pastillita de chocolate que regalan con la forma de la plaza y después nos sentamos en una de sus terracitas a dar lametones tranquilamente a los cucuruchos. Como la parada final de los mundialmente conocidos tranvías de SFO quedaba justo al lado aprovechamos para hacernos unas fotitos antes de ir a recoger a Cote con el que habíamos quedado a la salida del Hotel. 

A partir de aquí fue todo a la carrera porque nos quedaban un par de horas para el atardecer y las nubes empezaban a acercarse desde el mar. Fuimos a la cuesta más empinada de la ciudad y la bajamos andando y en coche, también al jardín en el que están las populares casitas de colores que salen en todas las series de televisión con la perspectiva de la ciudad al fondo, montamos en los tranvías y para rematar cruzamos al otro lado de la Bahía por el Golden Gate para contemplarlo desde varios de los miradores. La verdad es que por muchas veces que hayas visitado SFO, la panorámica del Golden Gate te deja siempre sin palabras. Es una obra de ingeniería espectacular, más si cabe cuando piensas que la realizaron en los años 30. Las dimensiones del puente son gigantescas y el diseño increíblemente bonito. Su color rojo destaca desde cualquier punto de la Bahía y mantenerlo de este color obliga a pintarlo continuamente. Pintarlo por completo lleva diez años.

Nos despedimos de Cote y a Shannon cerca del cruce de la autopista 1 que lleva al sur en dirección a San José y Los Gatos. Nos dimos muchos abrazos y sentimos pena de que la visita fuera tan corta. Habíamos pasado un día intenso y genial. Ellos nos dijeron que lo habían pasado en grande con nosotros y la verdad es que disfrutamos un montón todos juntos. A ver si hay suerte y podemos coincidir otra vez en Chile. Sería fantástico.

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Aquí tenéis una vista del lago Tahoe
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La casita de la familia Corleone de "El Padrino" a orillas del lago Tahoe
Nos hicimos infinidad de fotos y pasamos un rato muy divertido jugando con las niñas en las cuerdas de la valla que limita el mirador del puente. Ellas se ponían con los pies en las cuerdas de abajo y las manos en las de arriba mientras Cote y yo pisábamos fuerte y movíamos atrás y adelante las mismas cuerdas a ambos lados de los palos que las sujetaban. Esto, les hacía elevarse hacia arriba y moverse inesperadamente como si fueran marionetas. Reían y reían a carcajadas. Parece mentira, pero estos ratitos son los que te hacen realmente feliz y los que recuerdas para siempre. 
 
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Amaya con Jim y Lynn disfrutando del paisaje del Lago Tahoe.
Los leones marinos del Pier 39 echándose la siesta
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La estampa del Golden Gate Bridge no deja de impresionar por muchas veces que se vea
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Sara y Ainhoa encantadas en la lancha de Jim con su perra Amy 
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Luis y Amaya perfectamente conjuntados con el color del Golden Gate
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