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6 de enero Los Reyes pasaron por Buenos Aires, pero...
…dejaron una carta explicando que no podían llevar regalos a tantos sitios diferentes y que los han dejado TODOS en Madrid. Las niñas
llaman inmediatamente a los abuelos, que vendrán a vernos a Buenos Aires dentro de dos días, para preguntarles si efectivamente hay
regalos en nuestra casa y en la suya. Nos confirman que sí, que allí hay un montón de regalos para todos. ¡Menos mal! Así que les
pedimos que por favor traigan los pequeños a Argentina.
Volvemos en el Ferry a Buenos Aires y cuando llegamos al hotel reservado por Internet la historia se repite; Si metemos las maletas
en la habitación, nosotros no cabemos. Así que Luis hace el correspondiente tour para ver si encontramos algo asequible y en mejores
condiciones. Como era de esperar, en apenas una hora lo consigue y nos mudamos con todos los trastos a otro Hotel mucho más cerca
de la plaza del Obelisco, donde se alojarán sus padres a partir de pasado mañana.
Descansamos un rato en la habitación y nos damos cuenta de que el PC tiene algún virus porque mueve las carpetas de sitio y ha borrado
algunos archivos de fotos. Por la tarde damos un paseíto tranquilo por Puerto Madero y nos acercamos a la plaza de mayo a ver La Casa
Rosada y sus aledaños.
7 de enero Hoy toca "La Recoleta"
Buenos Aires es una ciudad grande y cosmopolita como muchas europeas. Con tanta influencia por la inmigración de principios
de siglo, no es extraño pasear por barrios que parecen parisinos o italianos. Hoy hemos ido a visitar La Recoleta donde está el cementerio
más famoso de toda Sudamérica y la parroquia de Nuestra Señora del Pilar, con un estilo muy misionero.
Sin embargo lo que más nos llama la atención es el enorme gomero que hay en la plaza, un árbol que plantaron los monjes recoletos
hace más de 200 años y que hoy en día tiene un tronco descomunalmente ancho y unas ramas de más de diez metros de largo, algunas de
ellas apoyadas en gruesos pilares para sujetarlas.
Por lo demás, La Recoleta es una extraña mezcla entre lo antiguo y lo moderno. Entre sus edificios clásicos y parques del siglo pasado
aparecen centros comerciales a la última con terrazas de diseño en las que tocan músicos callejeros que amenizan la tarde. Otra cosa
que destaca de Buenos Aires son sus librerías. Bien organizadas y baratísimas. Los mismos libros te pueden costar entre dos y tres
veces más baratos que en España. Y así, paseando, paseando llegamos a un parque encantador junto a la facultad de derecho donde destacaba
una estructura metálica brillante con una luz rojiza en su interior.
¿Qué es eso tan bonito que brilla a lo lejos? - Nos preguntamos. Y al acercarnos averiguamos que se trataba de la “Floralis Genérica”
o más conocida como La Flor Inteligente. Es un monumento muy original en forma de flor gigante con seis pétalos metálicos que se alzan
más de veinte metros de altura sobre una preciosa fuente. Aparte de su belleza, lo más curioso de la obra es que la flor se va abriendo
con los rayos del sol al amanecer y se cierra igualmente al atardecer según va desapareciendo la luz. Por el día aparece abierta y
brillante y a partir del crepúsculo cerrada con una luz en su interior de color lila. Realmente bonita y muy, muy especial. Tenemos
que volver para verla de día.
8 de enero ¡¡ Ya han llegado los abuelos !!
A medio día llegan los padres de Luis y vamos a recibirlos a su hotel, en plena Plaza del Obelisco. Cuando los ven aparecer, las niñas
corren como locas a darles besos y abrazos. Cuando al fin se despegan, nosotros hacemos lo propio. ¡Qué alegría verles de nuevo después
de casi cinco meses desde nuestra salida!
Lo primero que hacemos es subir a su habitación, pues en las maletas venían algunos de los regalos que dejaron los Reyes Magos en
Madrid. A los cinco minutos no hay más que cajas abiertas y papel de envolver por todas partes. Hay sorpresas para todos, incluidos
los mayores a los que nos han traído un PC portátil nuevecito. ¡Qué gusto! La verdad es que Melchor, Gaspar y Baltasar se han pasado
este año.
Recogemos todo como podemos y nos vamos a dar un paseo por Puerto Madero. De camino no paramos de hablar y contarnos novedades. Que
si en Madrid están bajo cero, que si la crisis cada vez es peor, etc., etc. Hoy es más pronto y los veleros-museo del puerto están
abiertos. Entramos y los escudriñamos por completo. El abuelo fascinado porque le gustan mucho los barcos y ya hizo una maqueta de
la fragata Sarmiento. Las niñas encantadas porque hay mil laberintos y recovecos por dónde meterse a investigar.
Como aún hay luz aprovechamos para dar una vuelta por los jardines de Palermo y enseñarles la Flor Cibernética. Les sorprende tanto
como a nosotros. Hace mucho calor, así que nos tomamos unas cervecitas en una de las terrazas del barrio antes de irnos a cenar un
buen bife de chorizo en un restaurante de la Avda. Corrientes. Nos movemos en taxis, que son muy baratos.
9 de enero "La Boca", esencia de Buenos Aires
Llegamos a La Boca y nada más bajar del taxi nos vemos envueltos por su colorido y sabor. Lo primero que vemos frente a nosotros es
el edificio de Caminito rodeado de puestos ambulantes, de bailarines de tango que posan para fotografiarse con ellos, de artistas
y artesanos de todo tipo y de cientos de turistas que disfrutan de este ambiente porteño.
La Boca debe su nombre a la forma de la estrecha lengua de mar frente a la que se encuentra. Este barrio, uno de los más antiguos
de Buenos Aires, fue el principal puerto de entrada de la inmigración italiana que llegó de Europa a principios del siglo pasado.
Sus recursos eran escasos por lo que construían las casas a base de planchas metálicas que decoraban en distintos colores según la
pintura que sobrara de pintar los grandes buques mercantes. El resultado es un puzzle multicolor de fachadas y patios en el que conviven
tiendas de souvenirs, cafeterías y restaurantes.
Se oye música por todas partes y cada restaurante tiene su terraza en plena calle con un pequeño escenario en el que parejas de bailarines
alternan el tango con bailes gauchos al son de canciones interpretadas en vivo. ¡Todo un espectáculo! Las niñas disfrutan y los abuelos
más. Paseamos, cotilleamos las tiendas y nos hacemos fotos bailando tango. Aquí hemos encontrado parte del Buenos Aires que veníamos
buscando.
Decidimos comer una parrillada en una de las terrazas y ver en primera fila los bailes porteños. Un par de horas y de kilos más tarde
damos la última vuelta y vemos gente disfrazada de Maradona y de Evita. ¡Menudo ambiente! Nos compramos unas boleadoras de las que
teníamos capricho y cogemos un taxi para visitar el cementerio de La Recoleta antes de que lo cierren. Este cementerio es muy especial,
no sólo porque en él yacen presidentes y personajes famosos de la historia de Argentina, entre ellos Eva Duarte, si no por las esculturas
y obras de arte que hay en sus criptas. Es un corto paseo de una media hora que se nos hace más eterno que a los que descansan en
las sepulturas porque hace un calor asfixiante.
Esta noche, ¡LA PRIMERA EN CASI CINCO MESES!, Amaya y Luis pueden salir al fin a cenar solos y e ir al teatro gracias a que los abueletes
se prestan voluntarios para quedarse jugando con Sara y Ainhoa. Nos acercamos a uno de los muchos locales de la calle Corrientes y
vemos una comedia divertidísima mientras tomamos una cerveza. No hemos parado de reír. Para rematar la noche paseamos por la ciudad
y cenamos en un restaurante de “pasta libre” (puedes comer tanta ensalada, pasta o pizza como te admita el estómago). ¡Muchas gracias
abuelos! Nos hacía falta un ratito para nosotros.
10 de enero Vagabundeando por "San Telmo" y "Palermo"
San Telmo es un barrio muy especial en el que se alternan los mercadillos de antigüedades con las tanguerías. El gran mercado se instala
los domingos en los alrededores de la Plaza Dorrego pero hoy sábado hay también puestos y mucho ambiente. Vagabundeamos por sus calles
y nos encontramos con El Viejo Almacén, una de la tanguerías más antiguas y famosas de la ciudad. El local es tan diminuto que nos
decepciona un poco, pero tiene mucha solera.
Y así, anda que te anda, llegamos al centro y compramos maíz para que las niñas den de comer a las palomas de la Plaza de Mayo. Después
de fotografiarnos con la Casa Rosada de fondo y comer algo decidimos que estamos cansados de caminar y cogemos el metro hasta los
jardines de Palermo. La línea que nos toca tiene unos vagones antiguos muy bonitos decorados en madera y sin cristales. ¡Es como viajar
en el tiempo!
El atardecer de sábado en Palermo es memorable. La gente pasea con sus neveras de picnic junto a los lagos mientras otros montan en
bicicleta sorteando los puestos de comida rápida, patinan por las grandes avenidas peatonales o simplemente descansan tumbados en
el césped. Los jardines son gigantes; con grandes lagos, puentes que llevan a pequeños islotes llenos de rosaledas o embarcaderos
donde se alquilan botes para navegar entre los sauces. ¡Una tarde deliciosa para rematar un día casi perfecto.