Al fin llegamos a Jaibalito y trepamos por una vereda al borde del lago hasta "La casa del mundo " aunque lo bautizamos "El hotel
laberinto" porque hay que subir unas cuantas escaleras que culebrean por la montaña para llegar hasta él. Queremos comer pero
son ya las tres de la tarde y no tienen NADA de comer. ¡¡No nos lo podemos creer!! Miramos el reloj: la siguiente barca para Panajachel
sale en 5 minutos, así que otra vez a correr como locos por el caminillo colina abajo hasta el embarcadero. La barcaza acababa de
salir pero gritamos como desesperados hasta que vuelve a por nosotros. Esta vez es un barco más grande y gracias a EOLO hace menos
viento. Llegamos hechos polvo, recogimos el coche y para desquitarnos nos comimos unos huevos fritos con salchichas en el hotel…¡¡Menuda
aventurita!!
La verdad es que aparte del miedo que pasamos vimos cosas curiosas. Sin embargo si alguna vez visitáis el lago Atitlán, nuestro
consejo es no visitar los pueblos del lago, no por las lanchas, si no porque no tienen nada que valga la pena.
En nuestro rato de planificación nocturna decidimos finalmente saltarnos Honduras y Nicaragua. Nos da pena por Roatán pero el mal
tiempo continúa en la zona y los accesos están cortados, así que preferimos eludir más odiseas.
Nos metemos en Internet para buscar vuelo y alojamiento en Costa Rica y nos encontramos con una noticia buena y una mala: La mala:
resulta que no hay plazas en el vuelo del sábado a San José como queríamos y tenemos que volar el lunes. La buena: recibimos un correo
de Couchsurfing invitándonos a una fiesta de Halloween en Antigua el viernes por la noche y una excursión al día siguiente al festival
de cometas gigantes de Sumpango. Se lo comentamos a Javier y Angélica y se apuntan ¡Con lo que tenemos, en cinco minutos tenemos plan
completo para el fin de semana!
29 y 30 de octubre Psicosis en la vuelta a Antigua
Hoy es nuestro último día en el lago. Pasamos temprano por el pueblo para hacer unas compras y nos encontramos con una española en
una tiendecilla. Charlamos un rato y nos cuenta que la semana anterior han asaltado tres camionetas de turistas en la carretera de
Antigua a Panajachel, justo el recorrido que nos toca hacer hoy pero en sentido contrario. Aunque viajamos en un coche con matrícula
de Guatemala y no somos en principio el objetivo de asaltantes, la noticia no nos hace mucha gracia.
De modo que con esta información decidimos volver cuanto antes para evitar viajar de noche. Aprovechamos la mañana en la piscina del hotel y nada más comer salimos hacia Antigua. Vamos de rally otra vez por la carretera polvorienta y con tramos sin asfaltar. Íbamos muy bien de tiempo cuando de repente nos encontramos con un parón por las famosas obras interminables. Con los pestillos de las puertas bien cerrados y sin bajar las ventanillas, nos preparamos para esperar un ratito. El caso es que aquello no se mueve y el ratito acaba siendo al final de DOS HORAS.
Mientras esperábamos veíamos como llegaban los chicken buses arramplando con todo y como motos por el carril contrario. Pensábamos
que les dejaban pasar sólo a ellos por aquello de los horarios, pero ¡qué va!, se van aglutinando en doble y hasta tercera fila en
el otro carril. Nuestra desesperación no tiene nombre, vemos como el sol avanza inexorable y empieza a ocultarse tras las montañas.
¡Se nos echa la noche encima! Ya medio oscureciendo la caravana se empieza a mover y conseguimos pasar el tramo en obras. Nos pegamos
a los coches de delante para ir siempre en grupo. Ya es noche cerrada y aún nos quedan cuarenta y cinco minutos de trayecto cuando
se enciende la luz de reserva de combustible. No queremos parar ni para echar gasolina. Está todo oscuro y las gasolineras bastante
desoladas. Cogemos el desvío a Antigua, ya sólo nos quedan 10 km. No hay un alma por la carretera que baja en fuerte pendiente. A
lo lejos, en el valle, vemos las luces de Antigua, pero parece que no llegamos nunca.
Por fin entramos en la ciudad con la aguja por debajo del nivel mínimo. Debimos llegar de milagro con la reserva casi agotada. Pero
estábamos allí, sanos y salvos en Antigua. La verdad es que pasamos bastante mal rato en el viaje. No ocurrió nada de particular,
pero quizá teníamos un poco de psicosis y eso afecta. Cenamos en el "Pollo Campero" una especie de Kentucky Fried Chicken a lo guatemalteco
y dormimos como Reyes.
Al día siguiente revisitamos Antigua. Pasamos una mañana tranquila visitando todo lo que se nos quedó pendiente la última vez en Antigua.
Repetimos algunos rincones para sacar fotos y por supuesto la comida en La Cuevita de los Urquizu. ¡Qué rica! A media tarde salimos
para casa de Javier en Ciudad de Guatemala. Cuando nos ve llegar, le da un alegrón. Luego nos confesó que su preocupación no
era por el coche sino por nuestra seguridad. Leyó en el periódico lo de los asaltos y estaba inquieto. Él conoce bien la zona y no
quiso decirnos nada para no chafarnos la ilusión del viaje. Cenamos todos juntos y celebramos nuestra vuelta y los días que nos esperaban
en este bello e inquietante país.
31 de octubre Noche de Halloween en Ciudad de Guatemala
¡¡Hoy es Halloween!! Empezamos el día con uno de los memorables desayunos que nos preparan Angélica y Javier. Hay de todo, tortitas
de distintos sabores que prepara Angélica, tostaditas, miel, mermelada, huevitos revueltos que cocina Javier, un banquete vamos. Las
niñas se van a la cama pensando en el desayuno del día siguiente. Estamos increíblemente cómodos y a gusto con ellos. Están pendientes
de cada detalle y creo que nos complementamos muy bien. Nos sentimos como en casa. A la hora de la comida nos toca a nosotros y Amaya
cocina unas patatas con costillas deliciosas que desaparecen en un santiamén. Las niñas también colaboran y preparan una tarta de
galletas con chocolate para postre.
De vez en cuando la casa se mueve, tiembla por unos segundos y se siente como un leve mareillo. ¡Si, como lo oís!….hay temblores de
más o menos magnitud a los que los guatemaltecos ya están acostumbrados. Sin embargo el de hoy ha sido bastante fuerte. Es una sensación
muy extraña, la casa parece de papel, se mueven las paredes y las lámparas mientras tú te quedas inmóvil e impotente sin saber muy
bien qué hacer. Además uno de los temblores vino acompañado por un ruido como de camión entrando en el garaje.
Por la noche Angélica tiene una sorpresa para las niñas. Ha comprado una piñata con forma de calabaza y pasamos un rato genial en
el jardín contemplando como las niñas, con los ojos vendados, blanden un palo de un lado a otro buscando con ahínco acertar sobre
la piñata. Al fin lo consiguen y nos arrastramos todos por el suelo del jardín buscando los caramelos.
Pero aún nos esperaban más sorpresas. De pronto llaman a la puerta y aparece Claudia, nuestra amiga de Couchsurfing que viene a saludarnos.
Las niñas se ponen supercontentas. Tiene un poco de prisa porque ha quedado con unos amigos, así que se toma un café rápido y promete
que nos veremos antes de que nos vayamos. Ha sido un día de descanso, de comilonas y de sorpresas inesperadas en un ambiente muy familiar.
Mañana nos vamos todos al festival de cometas gigantes de Sumpango.
1 de noviembre Los barriletes gigantes de Sumpango
Aquí a las cometas las llaman barriletes y es tradición en algunos pueblos que para el día de Todos los Santos se suelten cometas
en cuyas colas se adhieren mensajes que se envían a los muertos. Los mayas piensan que a través de las cometas lanzadas al cielo se
pueden comunicar con sus antepasados, recordarlos y pedirles deseos.
A través de los años, la costumbre ha derivado en una gran fiesta en la que varias cofradías compiten por construir y volar la cometa
más espectacular. La meca de estos concursos es el pueblecillo de Sumpango, a unos 70 km de Ciudad de Guatemala. Y como no podía ser
de otra manera los barriletes son cada año más grandes y más llamativos. El resultado es un espectacular despliegue de cometas gigantes
multicolores que luego hay que intentar elevar al cielo. Tarea por cierto nada fácil. Sólo se vuelan las de diámetro inferior a nueve
metros, el resto son de exposición.
El campo de fútbol de Sumpango estaba abarrotado. Había mucha gente y las niñas llevaban los silbatos al cuello aunque no se despegaron
de Angélica. Alrededor del festival se monta una pequeña feria en la que puedes comer platillos típicos como los elotes (mazorcas
de maíz), tortitas y tacos de todo tipo y por supuesto el famoso Pollo Campero.
Por la tarde fuimos a un gran centro comercial a pasear un rato y cenar. De camino a casa pasamos a visitar a la madre de Angélica.
¡Entrañable señora! Y allí descubrimos los secretos de Angélica: había sido modelo y llegó a presentarse nada menos que a Miss Guatemala.
Ahora trabaja como dentista y dirige su propia clínica.
Bueno, ¿qué os apetece para mañana? Os proponemos una excursión al volcán Pacaya que está en erupción y en el que se puede ver la
lava desde pocos metros de distancia.