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24 de noviembre        Llegamos a Perú. En Lima con Jorge y su familia

Esta es la ruta planeada para recorrer Sudamérica. En verde los trayectos en avión y en naranja, los terrestres.
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Llegamos a Lima a las 5 de la mañana y allí estaba nuestro querido amigo Jorge esperándonos. ¡Menudo madrugón para venir a recogernos! Jorge Rios es un compañero del MBA que conoce Luis desde el 2001 y es Coronel de las Fuerzas Aéreas del Perú. Quizá le habréis visto en alguna foto en prensa pues fue el encargado de despedir al Rey en su reciente visita al país.

Iniciamos nuestro recorrido por América del Sur

Cuando llegamos a su casa nos encontramos con el resto de la familia. Su mujer Liz y sus tres preciosas hijas sentadas frente a la mesa y al opíparo desayuno que nos habían preparado. Desayunamos juntos mientras charlábamos sin parar. Por si fuera poco nos tenían guardadas más sorpresitas: Unos preciosos colgantes y pendientes para las féminas y un gorrito de lana del altiplano para el patriarca de la familia. ¿Qué más se puede pedir?  ¡Qué placer sentirse en familia!

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Jorge y su familia nos acogieron de una manera maravillosa

Después dormimos un rato. Dos días volando de madrugada requieren recuperar fuerzas. Las niñas estaban encantadas con la habitación que les habían reservado. ¡Una cama para cada una! Gritaban emocionadas tras compartir colchón por varias semanas. Poco antes del mediodía nos acercamos a Arcomar, un impresionante centro comercial al aire libre colgado de un acantilado con unas vistas increíbles del Pacífico.

Por suerte hacía un día maravilloso. Soleado y, sobre todo, despejado que en Lima no se da todos los días. Allí comimos juntos un magnífico buffet en una terraza disfrutando del calorcito, las vistas y la buena compañía. Sara y Ainhoa hicieron muy buenas migas con Ariana, la pequeña de los Rios, pero también con Valeria. Para bajar el banquete paseamos por la costa hasta llegar a La Rosa Náutica un restaurante en un muelle de madera con mucho sabor inglés.

Para merendar Amaya cocinó la consabida tortilla de patatas auténtica y por la noche fuimos a un restaurante con espectáculo de danzas folclóricas peruanas llamado “Brisas del Titicaca” Lo pasamos en grande. Incluso salimos al escenario a bailar algunas de las danzas.

Lima es una ciudad grande y de edificios bajos salvo alguna excepción. La Plaza de Armas donde está el Palacio de Gobierno es bien bonita al igual que la zona de Miraflores. El resto nos pareció una ciudad un poco caótica, con fachadas sin acabar, casi sin árboles, peligrosa incluso para los que la conocen y con las típicas camionetas de trabajadores de 15 plazas en las que van enlatados al menos 28 en posturas imposibles.

Lo que es digno de mencionar es el tráfico. Creíamos que lo habíamos visto todo en las carreteras de Guatemala, pero no. El caos circulatorio es tal que no dábamos crédito a lo que veíamos. Si eres capaz de conducir en Lima puedes hacerlo en cualquier parte del mundo. Es auténticamente un “sálvese quien pueda”. Nunca hemos visto los coches en una rotonda tan cerca. Es una pena que no hayamos podido rodarlo en video; pirujas en dirección contraria, cruces de carril a milímetros del otro coche, todo el mundo pitando a la vez…...

Las niñas encajaron muy bien con las hijas de Jorge y Liz. No pararon de jugar y charlar. Es una lástima que no pudiéramos pasar más tiempo con ellos. No nos cansaremos de agradecerles todas las atenciones que tuvieron con nosotros, los buenos momentos, las risas y los madrugones de todos, porque mañana salimos a las 5 de la madrugada para Cuzco.

Con un paseo por Arcomar en el barrio de Miraflores y un espectáculo de bailes típicos rematamos el día en la caótica Lima

25 de noviembre        Tremendo soroche en Cuzco

¡¡Qué madrugón, qué sueño ¡!! Porque además ayer, entre la cena y la visita nocturna a la ciudad, nos acostamos muy tarde. Liz y Jorge nos acompañaron al aeropuerto y nos despedimos con mucha emoción.

Nada más aterrizar contactamos con nuestro anfitrión de Couchsurfing y fuimos a su casa en un minitaxi cuzqueño. Al llegar nos decepcionamos un poco porque nos dijo que tendría camas para todos pero sólo nos podía ofrecer un cuarto separado de otro por una cortina, con un colchón en el suelo y unos sacos de dormir con los que hacernos un futón. Las condiciones del resto de la casa tampoco cumplían con nuestros mínimos así que decidimos salir a buscar un hotel. Y tuvimos suerte ya que encontramos una residencia de las mercedarias, muy céntrica y limpia, con preciosos patios ajardinados. Le dejamos una nota a nuestro anfitrión y nos mudamos.

A media mañana aparecieron los efectos del Soroche o “Mal de altura”. Nos sentíamos cansados, con ligera jaqueca y la sensación de que te cuesta respirar. Das dos pasos y lo notas. Lo que unido a la paliza de vuelos y madrugones que llevábamos encima, hizo que nos decidiéramos por irnos directamente al sobre y dedicarnos una larga siesta para recuperar fuerzas. Por la tarde, antes de salir a dar una vuelta por la ciudad, nos tomamos nuestro mate de coca y cenamos suavito en un restaurante muy acogedor.

En pleno centro de Cuzco el soroche nos atacó con toda su virulencia. Tras pasear cayéndonos por las calles decidimos irnos a dormir.

26 de noviembre        Cuzco, Saqsaywaman y Coricancha

Cuzco tiene mucha magia; mucho sabor antiguo español: Sus balcones, sus fachadas y esas iglesias espectaculares por todas partes. Calles empedradas e indígenas que bajan de las montañas con sus colorida indumentaria tradicional cargados de sacos con fruta y carnerillos en el regazo para venderlos en el mercado o fotografiarse con los turistas. Hasta vimos a unos tunos frente a la Iglesia de los Jesuitas. ¡Como nos acordamos de nuestros amigos Iñigo y Carlos! Es impresionante el bullicio y la vidilla que hay a todas horas. En cada rincón encuentras algo para fotografiar. Tras las fachadas antiguas y los muros de piedra, se ven los interiores bien modernos y acondicionados de tiendas de artesanía o galerías de arte. Un detalle que nos hizo mucha gracia fue los maniquíes de las tiendas; echad un vistazo a las fotos.

Nos llaman la atención dos cosas: Por un lado, que ya no nos sorprende ver indígenas por todas partes con sus trajes típicos y dientes de oro. Por otro, la mezcla tan brutal de gente rural y gente moderna, no sólo por la forma de vestir, sino también por su complexión física. Nos quedamos atónitos cuando en uno de los callejones una ancianita nativa se apartó un poco a un lado de la calle, se atusó las 600 capas de faldas que llevan encima y se agachó. Al principio pensamos que era para ajustarse la manta que llevan a la espalda con sus cachivaches para vender, pero no: ¡¡ALLÍ MISMO SE PUSO A ORINAR LA MUY COCHINA!!

Y como van vestidas como mesas camilla, apenas te das cuenta si no es por el charquito que dejan. Así que ya sabemos para qué llevan tantas capas de falda, no es el frío ni nada de eso, es para que no se note y lo puedan hacer en cualquier parte. En el campo lo entendemos,… peeeeeeero en las calles de Cuzco.

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Unas turistas que conocimos habían visitado varias aldeas de la zona y nos comentaron sobre la vida rural de los andinos. Normalmente son mayores de la edad que aparentan y tienen una fortaleza física extraordinaria. Sus pulmones y corazones son mucho más grandes que los del resto de los mortales ya que nacen y viven a más de 4.000 m de altura. Es raro ver a una mujer con canas y  hasta las más ancianas llevan unas larguísimas trenzas de pelo negro azabache anudadas a la espalda. En cuanto sales del núcleo de las poblaciones principales, se aprecian los pocos medios con que viven. Las casas son de adobe, la luz y el agua no llegan a muchas partes y los montes, a pesar de los árboles, son de suelo árido. Sara y Ainhoa nos preguntaron que cuándo íbamos a ir un país donde ya no hubiera tantos morenitos con las manos y los pies sucios. Además les parece que todos tienen la misma cara.

Las ruinas de Saqsaywaman (Sexywoman para los guiris) están a las afueras de Cuzco y pertenecen a un conjunto de templos dedicados al Sol. Están en un cerro desde el que se ve todo Cuzco. Las vistas son muy bonitas y las ruinas majestuosas. Los muros que todavía están en pie alrededor de una enorme explanada están construidos con unos sillares monolíticos biselados que dan el aspecto de un muro como acolchado. De allí bajamos al Coricancha en el centro de Cuzco, los restos de un templo Inca sobre el que los religiosos españoles levantaron un hermoso Monasterio.

De vuelta al hotel, las niñas y Amaya se dieron unos masajes. Era la primera vez para las niñas y el ambiente de música relajante y que les toquetearan la espalda les encantó. Salieron muy contentas y algo más tranquilas. Para cenar fuimos al Bembos, una especie de Burguer King autóctono muy bien decorado y con las mejores vistas a la Plaza de Armas.

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En Cuzco se combinan las construcciones de origen inca con las edificaciones posteriores de la época colonial

27 de noviembre        Machu Picchu. La maravilla desmaravillada

Hay tres cosas de este mundo que todavía no me caben en la cabeza:

- Cómo es posible que los aviones vuelen, aunque me sé todos los principios físicos y de mecánica de fluidos pertinentes.

- Cómo sigo casada con este hombre, que cada día me alucina más y

- Cómo demonios se les ocurrió a los Incas construir una ciudad en este sitio tan recóndito, tan escarpado, tan extraño y tan maravilloso.

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