23 de enero Prumirim ¡¡ Qué playas !!
Las olas rompen con fuerza frente a las rocas creando cortinas gigantes de espuma y las niñas juegan a esquivarlas. Ainhoa se ha agenciado
una vara de madera y parece una auténtica naufraga. Despeja al fin y disfrutamos de un bonito día de playa. Nos bañamos, jugamos con
la arena y nos perseguimos de aquí para allá. Tomamos nuestro pic-nic, dormimos la siestecita de rigor y al atardecer nos volvemos
a Paraty donde sigue lloviendo. Es increíble cómo aquí puede estar lloviendo sin parar y 20km más allá hacer un sol que te quema la
piel en media hora. Con el tiempo así uno no sabe que hacer, pero nos la jugamos y reservamos una excursión en "escuna" para poder
ver mañana las playas de las islas circundantes. ¡Las fotos que hemos visto son increíbles! Algunas islas son privadas. Sus dueños
son brasileños famosos o millonarios de todo el mundo. Una de las más grandes es del presidente de la Fiat.
Dedicamos la tarde a hacer gestiones. Intentamos volver a reservar el Hotel Foresta en el que estuvimos en Santiago de Chile la última
vez, pero no hay espacio. Aún tenemos alguna reclamación pendiente con el seguro sobre la operación de Amaya y otros temas más. En
al menos uno de ellos recibimos una buena noticia: Los de LAN confirman que nos devuelven el dinero cobrado doble y lo que es mejor…
¡¡NOS PAGAN LA INDEMINIZACIÓN DE 1.000 DOLARES QUE PEDÍAMOS!!
Eso es una empresa orientada al cliente, ¡SI SEÑOR! La verdad es que la cagada fue monumental y la indemnización no era para menos.
Lo celebramos con un cenorrio a base de langostita y rodizio a la salud de LAN, ¡y a la nuestra, claro! Hasta parece que llueve menos.
A ver si mañana hay suerte con la excursión.
24 de enero En una escuna hacia playas recónditas
¡Increíble! ¡Hace sol, hace sol! Después de tres días de lluvia se agradece, la verdad. Sobre las diez partimos emocionados hacia
el barco con otras 40 personas. La escuna es preciosa; tiene una azotea para ir al fresco y otra parte bajo techo donde te sientas
o te tumbas en unas colchonetas colocadas en el centro. Es muy cómodo pero nos hace recordar, no sé porqué, las travesías de los emigrantes
de principio de siglo, con los niños, el frío y todos hacinados confiando en el capitán del buque que les llevaba a un mundo nuevo
donde encontrar un destino mejor.
El caso es que aquí ni frío, ni estrecheces, más bien musiquita en vivo de un animador que toca y canta, bebidas gratis y comida al
gusto, tooodo requete brasileño al ritmo de "la chica de Ipanema". ¡Qué gusto, esto es vida! Estamos más que ambientados. Tiene una
magia especial estar aquí tumbados como reyes observando las islas que van pasando junto a nosotros y a los otros veleros que avanzan
lentamente hacia mar abierto como en una nueva expedición en la que descubrir lugares recónditos.
El paisaje es escandalosamente bello; islas de vegetación tropical generosa que salpican la bahía sobre aguas transparentes y playas
de arenas doradas en ocultas ensenadas. En cada parada se puede uno bañar y en la primera se lanza medio barco al agua, unos en bote
hasta la playa y otros por la borda directamente………Luis y las niñas se bañan enseguida mientras la "menda" se queda a bordo. No hace
tanto calor como para que me tiente el agua a pesar de su precioso color turquesa.
Llegamos a la segunda parada y Luis se va a un extremo de la isla a bucear. Mientras tanto, una señora del barco se pone fatal y hay
que llevarla hasta la lancha médica. Así que a los cinco minutos de tirarse al agua, de los treinta que nos daban para recrearnos,
hacen subir a todo el pasaje porque volvemos atrás para evacuar a la enferma. Cuando la escunha ya empezaba a moverse, me acerco corriendo
a uno de la tripulación y le suelto…
- "Oiga pare, que el miu marido está nolagua"
- ¡Qué dice!.......pero ¿Dónde?
- Allí.- Le contesto señalando con el dedo una esquina
de la playa.
En portugués por el megáfono: "Bien amigos, tenemos que avisar entre todos a aquél señor del que sólo vemos el punto
rojo del tubo de bucear para que vuelva al barco"
Así que todos por la borda haciendo aspavientos con los brazos y gritando: ¡¡SENHORRRRR,
SENHORRR, VUELVAAAAA, VUELVAAAA!!
Cuando al rato a Luis se le ocurre levantar la cabeza, se encuentra a todo el mundo vociferando desde la borda haciéndole señales
para que vuelva. Se queda extrañado porque cree que algo va mal. Mira a su alrededor a ver si le persigue alguna criatura de las profundidades.
El caso es que él no lo oyó, pero el de la guitarra empezó a tocar la banda sonora de Tiburón y todo el pasaje se puso a reír.
Después del susto inicial y del rescate seguimos nuestro viaje siempre con la música de fondo que no paró ni cuando repatriaron a la
guiri enferma. Comimos sorprendentemente bien y de vuelta en la tercera parada comenzó a llover de nuevo y cada vez más fuerte. Al
poco no vemos ni las islas, ni tierra, ni nada. Jarrea, vamos. Para colmo cuando ya íbamos atracar en el puerto, el timón se atasca
en el fango del fondo y nos quedamos a veinte metros del muelle. Se tiran al agua varios tripulantes para solucionarlo, pero cada
vez que arrancan el motor, de allí no sale más que vapor y del agua una enorme mancha negruzca. Pero aquí no importa nada, nadie tiene
mucha prisa y mientras haya una guitarra todo va bien. El músico se pone a tocar las canciones brasileñas más famosas y todos se ponen
a cantar y bailar……ya sabéis aquella de… "Brasiiiiil, la, la, la, lara, lara, laaaaaaaa…" Tras media hora, al tercer intento se soluciona
el tema y por fin desembarcamos.
Aunque medio pasada por agua, la excursión nos ha encantado y nos alegra irnos con el mejor sabor de Brasil, un país al que sin duda
nos gustaría volver pronto.
REFLEXIONES: LOS BRASILEÑOS
Sí, lo de las playas es verdad y lo del biquini brasileño también: ¡Cuanto más pequeño, mejor! No tenemos muchas muestras gráficas
por aquello de no llevar la cámara en público, que ya nos habían advertido. ¡Qué lástima!
Lo de las brasileñas también es verdad. Con tanto mestizaje el resultado es muy exótico. La mayoría son muy llamativas. Y de la música
para qué hablar. La hay en todos los rinconcitos pero no tipo samba, ni chunda chunda salsero, ni el Bisbal. Es música tranquila muuuy
envolvente. El ambiente en general es relajado, sin prisas: mar, sol, daiquiris... La cultura es de la playa tanto para pequeños como
para familias y gente mayor (las señoras mayores van con traje de baño)
Los brasileños son amistosos y divertidos con una población muy joven. No sabemos si es que esconden a los jubilados o que no frecuentan
los sitios que hemos visitado. Nos ha encantado Brasil y a las niñas también, tanto la selva, como la costa. Nos ha faltado el Amazonas
y Salvador de bahía. Lo dejaremos para nuestra segunda vuelta al mundo.
25 de enero Escala en Santiago de Chile
Nos pegamos el madrugón porque tenemos que tomar el avión a Santiago a las cuatro de la tarde y tenemos 300 km por delante desde Paraty
a Río. Esta vez volvemos por la costa. ¡Qué bien! porque el paisaje bien merece la pena. La costa tiene unas playas preciosas con
pueblos pequeños y tranquilos, todos con su iglesia colonial portuguesa. En cada bahía se ve un buen número de islas e islotes con
playas de ensueño totalmente desiertas. Desde luego esta costa es para recorrerla en barco y por el precio de las propiedades, ahora
entendemos por qué hay tanto europeo que invierte aquí.
Comimos en el aeropuerto y volamos cuatro horas a Santiago de Chile. Y ¡QUE PASADA! Nos toca un avión super moderno, con unos asientos
muy cómodos que tienen una pantalla individual para cada pasajero y un mando propio con el que puedes ver hasta veinte películas o
divertirte con juegos de ordenador. Sara y Ainhoa encantadas. Ni nos enteramos que estaban allí. Es casi como ir en primera. ¡Todo
un lujo! Por favor, por favor, que el avión de pasado mañana, que son trece horas de Santiago a Auckland, sea igual.
Cuando llegamos a las nueve de la noche, le pedimos al taxista que nos lleve primero al Foresta para probar suerte y si no ir al que
teníamos reservado. Y mira por dónde, tenían la misma habitación que la otra vez, la de la casita de muñecas, como la llamaban las
niñas.
MORALEJA: Te digan lo que te digan, no te lo creas, insiste y comprueba.
CONCLUSION: Depende de quién te atienda, tu futuro puede ser rosa o gris. Luis tiene un don natural para saber con quién tiene que
tratar. Siempre elije a la dependienta, al vendedor del rent a car o al capitán de barco que más nos conviene. ¡no sé como lo hace!
En dos días volamos a Nueva Zelanda. Hemos hecho reserva en un par de sitios de Auckland y tenemos dos surfers potenciales a partir
del treinta de Enero.
26 de enero Santiago de Chile
Y bueno pues ¿Qué vemos en Santiago? Decidimos volver un par de días a Santiago porque la vez anterior apenas visitamos nada debido
a la convalecencia de Amaya. El caso es que hay poco que ver, la verdad. De mañanita paseamos por el cerro de Santa Lucía, que lo
tenemos enfrente. Es un parque construido sobre una colina en el que hay caminitos entre jardines y una fuente neoclásica muy bonita
en la entrada. Vistamos la Plaza de Armas, comimos por las calles peatonales y encontramos unas sandalias para Sara. Ante el calor
aplastante y la falta de opciones, decidimos ir al mismo centro comercial del barrio de Las Condes de la otra vez y meternos al cine
con las niñas. Al menos aquí se está fresquito.
Santiago es una ciudad sin grandes atracciones y para vivirla en la calle, pero no tiene tanto para ver como otras. Es tranquila,
pequeña y tiene su gracia pero se respira ese ambientillo de la primera vez, como de frontera con Bolivia. En el centro apenas quedan
construcciones coloniales y en los barrios nuevos como Santa Lucía y Las Condes, los edificios son muy elegantes, todos de diseño
modernos con plantas colgando desde los balcones en un urbanismo muy bien organizado que ya lo quisiéramos nosotros para el caos urbanístico
de Madrid.
A la salida del cine, nos damos una vuelta por el barrio de Bellavista y paseamos por la calle Pio Nono en la zona cercana al Cerro
de San Cristóbal donde más ambiente hay. Está lleno de restaurantes con terrazas, mesas con velitas y música en vivo por la calle.
Todo Santiago está aquí. Nos encanta, pero es un poco tarde, así que nos volvemos al hotel pensando que quizá nos vendremos a comer
mañana.