Y el guepardo sigue ahí, yendo de un lado a otro, hace una parada junto a un tocón y desaparece hacia el otro lado. Cuando se adentra
en la espesura vemos a la pareja que lo acompaña. ¡MENUDA SUERTE! Si hubieran estado aquí los hindúes, seguro que se habría zampado
a alguno de ellos porque apareció y desapareció como una exhalación.
¡Estamos que no cabemos en nosotros mismos! No os imagináis la emoción de ver un guepardo en libertad paseándose a tu lado. Muchos
nos habían comentado que han venido de safari a Kruger más de veinte veces y jamás han visto un “Cheetah” (denominación inglesa de
guepardo). La mayoría de los comentarios son sobre guepardos y leones, ya que son los más difíciles de ver. Desde luego el guepardo
es fascinante, verlo tan cerca y tan salvaje, con ese cuerpo tan escultural y esa mirada tan altiva.
Estamos encantados. Luis está que se sale y las niñas no paran de hacer comentarios. ¡Pero qué suerte hemos tenido! Ya no esperamos
mucho más, nos podemos ir contentos… Sin embargo…
Seguimos nuestra excursión y vemos de nuevo impalas, kudus, jirafas. También una manada de elefantes en el camino que se acercan demasiado.
Una hembra descomunal se para justo delante del parabrisas y empieza a agitar la trompa bruscamente de un lado a otro, como testándonos.
A Amaya se le empieza a cortar la respiración y se imagina de todo…pero al final se da media vuelta y lentamente desaparece entre
los árboles. ¡Menos mal!
Un rato más tarde vemos un coche parado en la carretera. Nos ponemos detrás de él a ver qué pasa. Solo vemos el cadáver de una presa,
probablemente un impala, colgando de lo alto de un árbol. No hay nada más. Así pasa un rato hasta que de repente un leopardo empieza
a subir entre las ramas. ¡Es increíblemente bonito! Los leopardos arrastran sus presas a las copas de los árboles para evitar que
se los arrebaten otros depredadores más grandes y fuertes como los leones. El gran gato se va acercando sigilosamente a los restos
de gacela, lo que nos permite fotografiarlo con calma. De lo que no nos damos cuenta es que justo debajo, en la base del árbol, hay
otro leopardo observando. Cuando el primero salta al fin para comerse la presa, este último sube como un rayo y ambos empiezan a luchar
por la comida en la copa del árbol. Los aullidos son espeluznantes.
Se revuelven entre las ramas hasta que uno de los dos cae al suelo. Para entonces hay como veinte coches alrededor. Nos miramos unos
a otros incrédulos. ¡Parece que hoy hemos salido con la agenda de las mejores vistas! ¡Ya nos esperamos cualquier cosa!
Paramos en un área de descanso a tomar un refresco y comernos un perrito caliente de kudu, mientras unos elefantes nos acompañan comiéndose
las hojas de unos arbustos cercanos.
Seguimos nuestro camino y nos cruzamos con unos babuinos enormes sentados en medio de la carretera. Hay por lo menos quince saltando
por los árboles o jugueteando por los arcenes. De repente, en un tramo de carretera que pasa junto a un lago, Sara grita:
.-
¡Mirad! ¡Un hipopótamo en el agua bostezando… y una cebra que viene a beber!
Paramos y Luis se da cuenta de que tras la cebra hay algo que se mueve entre la maleza. ¡SON DOS LEONAS! Y entonces es cuando contemplamos en primera fila un espectáculo digno de la Nacional Geographic. Las dos leonas se acercan lenta y sigilosamente a la cebra hasta que están justo debajo de ella y cuando está bebiendo… ¡ZAS! ¡En dos segundos la ATACAN!
Al rato aparecen más leones. Al menos cuatro machos, varias hembras más y un montón de cachorros. Se acurrucan y beben todos juntos
mientras con la mirada observan cuidadosamente los alrededores. Es media tarde y la luz es mágica.
Una de las leonas, se acerca a la carretera y se pone a deambular entre los coches como hizo el guepardo de por la mañana. El obturador
de la cámara no para de sonar. Hacemos mil fotos. Pasa a pocos metros del coche. Cuando vuelve a adentrarse en la espesura, el resto
de la manada descansa a la sombra de los árboles, muy cerca de la carretera. Los cachorros juegan unos con otros y se acercan al borde
del agua a beber. Contamos hasta catorce leones. ¡PERO QUE ESPECTACULO!
¡Ya no se puede pedir más!
No obstante, aún nos quedaba una última sorpresa. Paramos en Skukuza a comer y mientras estamos sentados en la terraza frente al río,
vemos como se acerca una manada de al menos veinte elefantes. Cruzan la corriente hacia nosotros para comer de las hojas frescas que
crecen junto al campamento. Es majestuoso verles nadar sobre el agua, todos en fila, algunos con las trompas entrelazadas al rabo
del que les precede. Pastan a sus anchas y nos hacemos fotos con ellos. Están a escasos tres o cuatro metros.
Este ha sido uno de los mejores días del viaje. Estamos súper contentos y agradecidos por haber tenido tantísima suerte. No solo hemos
visto los cinco grandes, si no que cuatro de ellos en el mismo día y además un ataque de hienas, una lucha entre leopardos y un ataque
de leones. ¡Absolutamente excepcional!
Salimos del parque con la estima por las nubes y nos dirigimos al oeste hacia el cañón de río Blyde donde pasaremos unos días. A los
pocos Kilómetros de Kruguer el paisaje empieza a cambiar. Atravesamos unos montes verdes con abetos altísimos, parece Suiza. Estamos
a bastante altura y con nosotros también la niebla. Nos cuesta encontrar la finca donde está la casita que hemos reservado por Internet.
Empieza a anochecer y está lloviendo. Al final la encontramos en las afueras doblando por un caminillo que apenas se ve.
La casita está en una propiedad en la que hay otras tres casas que parecen sacadas de un cuento suizo. ¿Pero no estábamos en África?
Parece más un refugio de montaña, con su chimenea y toda de madera por dentro y por fuera. Nos reciben los dueños, una pareja de alemanes
que han escapado de su matrix particular y ahora viven aquí en Sudáfrica. Suponemos que estarán a gusto porque en cuanto a paisaje
y clima es lo más centroeuropeo que debe haber en todo el continente.
8 de junio Jessica la hipopótama
Qué pena de mal tiempo porque hay una niebla que casi no deja ver nada y el paisaje montañoso se adivina espectacular. Hacemos un
par de paradas en los miradores del camino y apenas vemos los riscos rojizos del Cañón Blyde sobre el valle por el que transcurre
el río del mismo nombre.
No tenemos muchas opciones, ya que lo mejor de aquí son las excursiones a pie. De modo que cambiamos el plan. El dueño del hotel nos
cuenta que hay una finca cercana en la que encontraron a un bebé hipopótamo abandonado en el río y lo adoptaron. De eso hace ya siete
años y el bebé se ha convertido en un hipopótamo adulto que se llama Jessica y vive semi domesticado en la finca como una mascota
cualquiera. Así que nos vamos a visitarla.
Llegamos al lugar y se van a buscarla. Al rato aparece a lo lejos por un caminito, una hipopótama muy simpática dando saltitos como
si fuera un perrillo faldero. Sigue al mozo que lleva un cubo de maíz hasta una plataforma de madera sobre un pequeño estanque natural.
Jessy se mete en el agua, se sumerge y aparece ante nosotros apoyando su cabezota sobre el dique y abriendo su enorme boca en espera
del delicioso maíz. Las niñas le dan mazorcas enteras que Jessy mastica y traga como si fueran caramelos. Mientras, se deja acariciar
el morro y la nariz, resulta graciosísimo ver un animal tan grande y peligroso actuar como un gatito. Las niñas lo pasan genial. ¡Parece
de ciencia ficción!
9 de junio La última catarata
Amanece húmedo y nublado de nuevo. Intentamos hacer la ruta de cataratas que teníamos pensada pero sólo nos da tiempo a ver a primera.
Al poco baja la niebla y empieza a lloviznar lo que hace imposible continuar.
Volvemos a nuestra casita de Heidi y planificamos un poco. Nos damos cuenta de que la de hoy es nuestra última cascada del viaje ya
que hemos decidido no ir a las cataratas Victoria. El plan inicial era ir de Johannesburgo a Livingston para verlas y coger luego
un tren de 42 horas desde Lusaka hasta Dar Es Salam. Sin embargo, a estas alturas, resulta demasiada aventura para nosotros. La opción
de volar es demasiado cara y también nos han desanimado algunos comentarios de otros viajeros que decían que la garganta es demasiado
estrecha y es difícil ver las cataratas bien, especialmente si hay mucha agua. Solo hay un par de miradores con unas vistas algo más
amplias.
Habrá que dejarlo para la próxima vez. ¿Habrá próxima vez?
10 de junio Vuelta a Johannesburgo
Pasamos el día en la carretera de vuelta a Johannesburgo. Por la tarde volvemos a nuestro centro comercial favorito y las niñas patinan
sobre hielo. Mañana volamos a Dar Es Salam, la capital de Tanzania. Aún no sabemos qué hacer con los safaris.
Se abalanzan sobre ella, intentando morderle el cuello y la derriban sobre el barro. Creemos que es el fin. Pero la cebra en su lucha
desesperada, consigue levantarse, empieza a dar coces y brincos sin parar. Las leonas se aferran con las uñas y fauces a su presa
intentando que no escape. Sin embargo, el equino consigue zafarse de las fieras hasta dos veces y huye a toda velocidad hacia los
campos abiertos de la sabana. Al fin respiramos. Ha sido super intenso. No se puede describir. Es como vivir una película en tu propia
piel y, por si fuera poco, con final feliz.