28 de junio Otros españoles por estas tierras
A ver, ¿hay monstruo o no hay monstruo del lago Ness? Para saber un poco más hoy nos vamos al centro de interpretación del lago Ness donde
asistimos a una proyección muy dinámica e interesante sobre el misterioso habitante de este lago, pero donde sobre todo nos llevamos
una gran sorpresa: Pilar Tony y los niños aparecen a la vez que nosotros y hacemos la visita juntos (sin para de hablar, a lo español).
Frente a todo pronóstico, pues nos esperábamos casi poder tocar una pezuña real del dinosaurio o algo así, la narración de los hechos,
de las visiones, de las fotografías trucadas, de las investigaciones, etc, resultan ser muy objetivas y clarificantes. Alentados por
una época en la que los descubrimientos científicos colmaban de fama a muchos contemporáneos y creando una excusa para atraer más
turismo a la zona, los “supuestos” avistantes de Nessi han ido cayendo en la incredulidad de sus relatos a medida que se estudiaban
los casos. Sin embargo todas estas investigaciones, incluyendo a la National Geographic, han descubierto interesantes fenómenos biológicos
en el fondo del lago y sus corrientes. Entre las teorías con más sentido común se encuentra la imposibilidad de la supervivencia de
un animal de semejantes dimensiones a lo largo de los siglos cuando la alimentación dentro del agua es muy escasa.
Aliviados un poco por las aclaraciones de la proyección y la honradez de la sociedad de amigos de Nessi, salimos de nuevo todos juntos
para visitar el pueblo de la punta sur del lago y aprovechamos para buscar un césped en el que tomarnos todos juntos un picnic que
dura como unas cuatro horas. Los niños se divierten tirando chinas y saltando en las rocas de la orilla. Se hacen amigos y parece
que congenian bien pero aquí se separan nuestros caminos para volver a encontramos en España en algún momento. Las niñas no lo llevan
bien, quieren volver a verles mañana y pasado mañana. Necesitan jugar con otros niños o con alguien que no seamos nosotros.
Mientras tanto intentamos llamar de nuevo a Iberia para poder cambiar nuestro vuelo a Jordania porque nos vamos a ver muy justos para
llegar a Londres y nos queremos pasarnos los días que quedan corriendo en el coche.
A pesar de tener un viaje largo por delante hacia el sur para llegar a Stirling, donde hemos reservado en el siguiente Travel Lodge,
nos recreamos con las panorámicas que nos ofrece la naturaleza de estas tierras mientras las niñas duermen en la parte de atrás del
coche. El juego de luces y sombras sobre las montañas peladas pero de un verde intenso es muy atractivo y al atravesar el famosos
paso de Glen Coe donde se libró una de las batallas más épicas entre escoceses e ingleses. Uno se puede uno imaginar a esos aguerridos
hombres con falda escocesa, pero espada en mano, luchando bajo la lluvia para defender sus siglos de Historia.
29 de junio Un día soso
La pequeña ciudad de Stirling se encuentra en lo alto de unas colinas desde las cuales se divisa un amplio valle. En la cima más alta,
el castillo de Stirling, bien conservado, domina los campos, los montes y los ríos, y un poco más lejos, se distingue la torre monumento
a William Walllace, el famoso BraveHeart protagonizado por Mel Gibson.
No tenemos muchos planes para hoy. El equipo nómada no se siente muy motivado para visitar castillos después de haber estado por la
noche hurgando en Internet desde un Mc Donalds para seguir planificando. Así que la matriarca se va a sola a hacer la visita, que
no está mal, pero el castillo está vacío, sin amueblar y no cumple las expectativas. Visitamos también la torre y pasamos el resto
de la tarde en un parque de bonitas praderas con muchos columpios e incluso una charca donde se refrescan los más pequeños.
Para cenar aterrizamos en una casona que parece otro castillo donde hay un restaurante con bar y sala sofás con pantalla en la que
todo el mundo está pendiente del partido de tenis. Descansamos bien y cenamos mejor viendo en el exterior como cae la tarde eternamente
porque son las 11 de la noche y es de día como si fueran las 8.
30 de junio Vaya paliza de coche
Hoy sí que nos hemos pegado una buena paliza, en coche. Tenemos que acercarnos al sur porque a pesar de haber retrasado el vuelo a
Amman, queremos estar cerca de Londres el día de salida. Llegamos a Cambridge, aunque por el camino hacemos la intentona de
cambiar la reserva del Travel Lodge para otra ciudad intermedia, pero no puede ser, ya está pagado.
Salimos a cenar a Cambridge y nos percatamos del buen ambiente y el buen rollito estudiantil que hay en el centro y sobre todo, al
lado del río. Mañana cogeremos una de esas barquitas para que nos cuenten cosas, como en Venecia.
1 de julio Cambridge
Nos mudamos de hotel, a la ciudad, donde nos encontramos con un Travel Lodge muy nuevo y moderno que no tiene nada que ver con el
resto de los hoteles de la cadena que hemos visitado, casi moteles de gasolinera, sencillos pero muy limpios y con buen servicio.
Hace muchísimo calor y no podemos disponer de la habitación hasta las 3 de la tarde así que para no perder el día, parte del equipo
se va al cine (tenemos un centro comercial justo detrás del hotel) y parte se queda en el lobby del hotel actualizando textos.
Comemos en un chino baratísimo tipo salón de bodas que hay al lado de los cines y que no se parece en nada a lo que comíamos
en China. Hacemos el check in en el hotel y nos vamos a ver el famoso pueblecillo de Cambridge.
A pesar de tener una asombrosa cantidad de edificios universitarios de arquitectura gótica, Cambridge se nos antoja menos medieval
que Oxford. El centro, peatonal y con muchas tiendas, no respira el mismo aire. Paramos en uno de los colegios en cuya capilla se
va a oficiar una misa con coro y todo y en la que en la misma entrada te advierten de que si los niños no van a poder aguantar calladitos,
se puede “oir” el oficio desde la sala anterior. Y así hacemos aunque aquello suena a música divina de verdad, las niñas y el niño
grande se cansan pronto. A la salida aprovechamos para explicar a las niñas el estilo gótico, los arcos ojivales, y el descubrimiento
de la distribución del peso de los muros en los arbotantes exteriores, ingenio de este estilo tan peculiar que permitió aligerar los
mismos y hacerlos más altos y llenarlos de rosetas, vidrieras y ventanas.
Cambridge empezó a gestarse cuando algunos profesores de Oxford decidieron irse de allí hacia el año 1200 después de algunas reyertas
con los agentes de la ciudad y buscar otro sitio donde poder enseñar. Cambridge tenía un entorno idéntico al de Oxford, incluyendo
el río, lo que favoreció rápidamente el asentamiento de toda una comunidad académica, unido al hecho de que el rey les concedió el
monopolio de la enseñanza unos treinta años más tarde. Desde entonces la rivalidad entre ambos centros no ha hecho sino favorecer
la calidad de dos de las Universidades más prestigiosas del mundo. Esto incluye por supuesto las famosas regatas de universitarios.
El paseo en barca se hace despacito y a última hora de la tarde cuando el calor ya no aprieta tanto, pero el río está que parece nueva
Delhi, lleno de otras barcas con estudiantes que no llevan remero y que hacen lo que pueden entre gritos y risas para no darse unos
con otros. No se rema a remo sino con pértiga, lo cual tiene su aquél. Nuestro barquero hippy de camisa abierta y pantalones caídos
trata de evitarlos pero aún así sufrimos varios “arrimamientos”, lo que le quita un poco de encanto al paseíllo.
Nos cuenta, claro, las distintas anécdotas de los parajes cercanos al río, las universidades más antiguas, la más polémica (edificio
moderno que es una metáfora de los árboles de la orilla de enfrente, esto lo entiendes cuando te lo explican y aún así, tampoco mucho),
las campas que rodean a los edificios, el puente “matemático” que no es que lo construyeran los de la matemáticas sino que tiene una
estructura de madera que está hecho con unos cálculos matemáticos tales que no le hace falta cimentarse en los extremos; y por supuesto,
el primer puente, (Bridge) que cruzaba el río (Cam) y que dio nombre a la ciudad (Cambridge). No faltaban las posesiones de la reina
en forma de plumas blancas y picos negros merodeando por las orillas (o sea, los cisnes).
Después de enseñar a Sara lo que es manejar la pértiga sin caerse, desembarcamos para dar un paseíllo por el parque a orillas del
río y volver al mismo sitio de siempre a cenar. De vuelta al hotel nos perdemos un poco y así vemos la “Round Church“, la única
capilla de planta circular construida por los templarios.