index103022.jpg
index103021.jpg
index103020.jpg
index103019.gif
blurmetallc.gif
blurmetallb.gif

9 de julio        La Vía Dolorosa

Sandra ha dormido fuera pero hemos quedado para comer. Lo que más nos gusta de ir a casa de alguien es poder compartir charla con ese alguien y recorrer algunos sitios de los que te desvelan los secretos mejor guardados del lugar que visitas. Tenemos una pereza tremenda que aprovechamos para seguir programando por la mañana hasta que salimos a pie hacia la puerta de Yafa (a unos 500 metros) y entramos de refilón en la ciudadela de Jerusalén, el km2 de la tierra más circense del mundo.

Comemos con Sandra que nos cuenta un montón de cosas, entre otras, que las chicas judías ortodoxas llevan peluca, a lo que las niñas abren los ojos como platos. En sus orígenes, la Tora considera que el pelo de las mujeres es un símbolo de lujuria, ante lo cual hay dos soluciones: a) me lo tapo, con un pañuelo y me enrollo el moño con el susodicho, b)me lo rapo al cero y lo cubro con una peluca.

A partir de entonces las niñas van mirando a todas las mujeres a la frente para ver si distinguen pelo natural o peluca, algo que efectivamente podemos constatar. No solo esto, además, van con los brazos cubiertos y las piernas hasta las rodillas, no van ajustadas, no llevan pantalones y suelen ir de blanco y negro o negro absoluto porque es el color más puro. Esto era en el siglo X pero estamos en el XXI y la cosa sigue igual.

En cuanto a ellos, el pelo bastante rapado excepto los tirabuzones que todavía no tenemos muy claro de qué son vestigio; una especie de mantelito a la cintura con unos cuantos flecos colgando. Cuando uno siente una tentación pecadora, tira de uno de esos flecos para recordarse a sí mismo que no debe caer en la tentación. Según nos han contado, se tiran mucho de los flequitos. Algunos hasta llevan abrigo de lana, sobre todos los viernes, cuando hay que ir al Muro, vestigio de la vestimenta de los judíos ortodoxos polacos que luego emigraron a Israel. Pero por Dios y por Alá, que estamos en Israel, a 36 GRADOS. . Lo que nos desencaja del todo es verles el viernes con el gorro circular de piel de oso, que a juzgar por el diámetro del mismo, algo de rango va en concordancia con lo grande que sea.

Sandra también nos cuenta la convivencia fingida en la que viven allí cristianos (ortodoxos), judíos, armenios y musulmanes, que configuran los cuatro barrios en los que está dividida la ciudadela. En algunos edificios todavía se ven una especie de agujeros que forman triángulos en el segundo piso y que son herencia de las antiguas costumbres musulmanas de tener más de una mujer y dejarles ver el mundo exterior a través de una de esas ventanas. Esto nos recuerda a las nueve ventanas de celosía de uno de los palacios que vimos en Katmandú. Las mujeres no pueden salir ni ser vistas, así que las recluyen en los palacios y les asignan una ventana a cada una para poder ver ni ser vistas.

Creo que no hay Km2 en la Tierra con más Historia y eso se nota al pasear por sus callecillas estrechas, con sus empedrados que se nos antojan bien peligrosos cuando llueva porque resbalan que da gusto. Muchas calles están cubiertas con bóvedas que dan a un segundo edificio o con tenderetes para dar sombra. Detrás de algunas puertas se asoman pasillos laberínticos y rinconcillos con escaleritas que dan a viviendas particulares. Suponemos que a lo largo de los siglos se han hecho instalaciones de canalización de aguas, sobre todo en la época romana. Es curioso observar en una de las exposiciones de la ciudad, cómo mucho antes de nuestra era se protegió el río subterráneo que atraviesa la ciudadela para poder abastecer de agua a la población en los numerosos asedios que sufrió. Pero lo más impactante es saber que en la misma piedra hubo acontecimientos clave para los cristianos (porque fue donde Jesús se sentaba a predicar) y para los musulmanes (desde ese mismo punto subió Mahoma a los cielos) con lo que la piedra en cuestión es sagrada para unos y para otros.

Es impresionante cómo uno se siente trasladado en el tiempo en este lugar. Cómo es posible que sea a la vez sagrado para unos y para otros. Cómo puede haber tanta historia a la vez musulmana, a la vez judía y a la vez cristiana. Cómo todos han querido destruirla para los demás y a la vez han luchado para conservarla para ellos... Así nos enteramos (ignorantes nosotros) que el muro de las lamentaciones es el único muro que queda del segundo templo sagrado de los judíos. Después de su definitiva destrucción por parte de los romanos, los judíos se reunían allí para “lamentarse” en la creencia de que esa alineación de mampostería de piedra guardaba todavía algo de sagrado y santo que no pudo ser eliminado por los romanos. El muro es grande, es muy grande y al acercarse sorprende ver la cantidad de papelillos y notitas que los judíos esconden entre sus grietas. Esto nos recuerda a las tablillas de los deseos de los templos chinos, pero aquí las notas están enrolladas o hechas un gurruñito con lo que no podemos leer si alguien ha pedido algún deseo especial como el de librarnos de Zapatero.

Bajamos por una calle hasta darnos con La Vía Dolorosa y en un cruce de la misma vemos a un grupo de gente (parecen italianos) haciendo una especie de via crucis con cruz al hombro incluida. Media hora más tarde vemos pasar a otro grupo haciendo prácticamente lo mismo. Dos calles más abajo vemos a un tipo con pinta de muy moro, cargando con unas cuantas de esas cruces que deben ser de resina porque parecen no pesar nada y que por lo visto las lleva al punto donde empieza el vía crucis. Mientras vemos todo esto ya nos hemos cruzado con una buena cantidad de señoras mayores y gordas, de negro de la cabeza a los pies, musulmanas. Como ya estamos acostumbrados, vamos preparados para sus empujones y sentir sus alientos en nuestro cogote respondiendo con el sabido codazo de cambio de postura disimulado o simplemente, no acercándonos. Además de las cuatro religiones que conviven por estas calles hay otra tribu que abunda mucho, las de los turistas, que no encajan nada, nada en el cuadro. Eso sí todas nosotras llevamos un chal o algún foulard porque en las calles no puedes enseñar el ombligo, en las iglesias no puedes enseñar los hombros, en las mezquitas ni los hombros ni las piernas y encima hay que descalzarse (es conveniente llevarse los zapatos en la mano porque hasta en la guía dice que desaparecen en la puerta)

Sandra nos cuenta que a pesar del mito de que los musulmanes son muy limpios y se lavan mucho, todo lo que les rodea suele estar muy guarro ( y a nosotros que nos lo cuente). Pero nos pide que nos fijemos en los suelos de las casas y los locales: ellos pueden oler mal, o tener las paredes llenas de desconchones, pero los suelos están impolutos. Y es verdad, les vemos fregando y barriendo muy a menudo y como se sientan, enseñan la mercancía y comen en el suelo, lo mantienen en perfecto estado. 

Las niñas se lo pasan pipa mirando en todas las tiendas y puestecillos repletos de souvenirs ya sean camellitos árabes, faldas moriscas o cálices requetedecorados.. Hacemos un plan para mañana y poder ver el máximo de cosas porque los museos e iglesias cierran pronto pero por el día hace un sol de justicia. Compramos algo para la cena y disfrutamos de la brisa en la azotea de Sandra.

index103018.jpg
Y aquí estamos, ante la puerta de Damasco y vía de entrada al barrio árabe de la ciudad vieja de Jerusalén.
index103017.jpg
index103016.jpg
La vestimenta tradicional no la cambian, pero la Torá no dice nada de los teléfonos móviles.
index103015.jpg
index103014.jpg
Muchas de las calles del viejo Jerusalén están cubiertas, al igual que en la mayoría de los zocos de Oriente.
index103013.jpg
index103012.jpg
Sara y Ainhoa se acercan al área delimitada a las mujeres del Muro de las Lamentaciones
index103011.jpg
Miles de tiendas y puestos de comidas invaden las calles del barrio árabe.
index103010.jpg
index103009.jpg

10 de julio        Tres religiones en un día

Lo primero que visitamos hoy es el Museo de David en la misma puerta de Yafa. El museo se encuentra en el interior de lo que fue un antiguo palacio y que según la cultura invasora del momento era utilizado como tal, o como fuerte, o como cárcel o como monasterio. El museo se distribuye en diferentes salas en las que hay una exposición de lo más relevante de cada época histórica de la ciudad. En una de ellas hay una proyección muy interesante que explica brevemente (si es que eso es posible) la Historia de Jerusalén. Recomendamos a cualquier visitante empezar su visita a Jerusalén con esta proyección primero porque así se entiende mucho mejor lo que luego vas a ver por las calles.

Teníamos intención luego de dar un paseo por encima de las murallas, hacia el oeste, pero hace mucho calor y no nos apetece sufrir. Así que nos dirigimos al Santo Sepulcro en una iglesia de planta casi románica y rodeada de otras iglesias. Llegar a la entrada del santo sepulcro por el sur es complicado porque hay que meterse entre callejuelas y patios que parecen particulares, es laberíntico, hasta que por fin llegamos y sin ayuda, por cierto, de los niños que si te ven un poco despistado se ofrecen muy efusivamente a llevarte pero que a cambio te piden unos cuantos dólares.

index103008.jpg
index103007.jpg

La iglesia por dentro no tiene mucho a nivel arquitectónico, pero en la misma entrada hay una especie de tumba con una losa de piedra rosada encima sobre la que mucha gente se arrodilla. Hemos llegado al lugar donde Jesús fue enterrado, o por lo menos eso es que la gente cree porque sentados en unas escaleras dentro de la iglesia les leemos a las niñas lo que estamos viendo y descubrimos que ni ese era el punto exacto, ni esa fue la lápida que le cubrió. En fin, la fe.

index103006.jpg
index103005.jpg
index103004.jpg
index103003.jpg
index103002.jpg
index103001.jpg
Amaya asomada a una de las terrazas del Museo de David, visita fundamental para conocer la complicadísima historia de esta ciudad.
Sacerdote ortodoxo en la parte de la iglesia del Santo Sepulcro correspondiente a esta rama del cristianismo. Venir a Jerusalén es la mejor terapia para superar cualquier fanatismo religioso. Aquí todos se llevan mal: católicos, ortodoxos, etíopes y demás ramas cristianas, judíos, árabes suníes, chiíes, etc, etc... Desde luego este es el peor lugar para reafirmarse en cualquier fe y todos los días se pueden vivir situaciones esperpénticas.
El principal objeto de devoción de la iglesia es el Santo Sepulcro, que ha sido destruido, sustituido, restaurado, cambiado y vuelto a poner unas cuantas veces. ¡¡ Y todavía hay gente que cree que es el auténtico !!

En la misma iglesia accedemos después de esperar una larga cola al lugar en el que resucitó, como en el interior de una capillita en la que un sacerdote tiene la misión de ir haciendo entrar a la gente de cuatro en cuatro y hacerles salir a los 30 segundos. Se entra agachado porque es como una cuevita para rezar. Antes de salir al exterior, en la misma puerta, vemos a un grupo de extranjeros que han hecho círculo y están cantando a capela como los mismos ángeles, hasta que llega uno de los sacerdotes, cristiano ortodoxo (parece bizantino más bien) y le echa diciéndoles que no se puede cantar dentro de la iglesia ni gregoriano ni nada. Así que, un poco frustrados, los cantores salen afuera donde repiten la escena, muy educadamente. Entonces aparece un policía (cristiano, suponemos) y les dice que fuera no pueden cantar, que eso se hace dentro de la iglesia, lo que provoca las carcajadas de todos los que allí estábamos, seguidas de unos aplausos por el espectáculo gratuito.

.
blurmetallc.gif
blurmetallb.gif