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Jueves 19 de Junio de 2014

Día histórico para España y para nosotros también. Coronación de un nuevo Rey y Puente de cuatro días en la playa. ¡Nos vamos a Marbella! ¿Qué más se puede pedir? Teníamos muchas ganas de conocer en detalle este célebre destino que aparece una y otra vez en televisión repleto de famosos y otros singulares habitantes. Popular como ninguno entre los extranjeros de medio mundo que llegan en busca del sol y la diversión de España, pero ideal también para familias como nosotros que ansían un merecido descanso en un entorno natural con infinidad de oportunidades para divertirse y disfrutar juntos.

Nos hemos decidido por Marbella gracias a la recomendación de unos amigos que estuvieron allí hace poco, pero sobre todo por las maravillas que hablaban sus hijos del hotel de aquel fin de semana. Los chavales volvieron enamorados y los padres por tanto, también. Nos comentaron que además les salió muy económico, ya que los niños fueron gratis y los padres con un descuento para familias. Así que nos pusimos en contacto con el Hotel Barceló Marbella y nos respetaron la misma oferta que llaman “SuperSummer” con la que aparte del 15%, nos ahorramos nada menos que un 5% más, así que nos animamos a ir para allá.

Salimos temprano preparados para un viaje de unas cinco horas, todo por autopista, ¡Genial! Las chicas se quedan fritas enseguida y nosotros aprovechamos para escuchar el discurso de coronación del nuevo Rey.
¡Cómo suena! ¡FELIPE VI!
Por un momento nos trasladamos al siglo XVIII y nos vienen a la mente los nombres de tantos y tantos reyes ilustres que nuestra prolífica historia nos ha proporcionado.

Parece irreal, todos preveíamos que sucedería, pero legado el momento no te imaginas cómo será.

Pasamos un buen rato entretenidos mientras vemos cómo el paisaje empieza a salpicarse de restaurantes de carretera tipo posada con siluetas del Quijote y Sancho, enormes tinajas e incluso algún que otro molino, señales inequívocas de que estamos en la Mancha de Cervantes, lo que unido a la coronación tinta aún más de histórico nuestro viaje hacia Andalucía.

Al llegar a la entrada de Despeñaperros, no podemos evitar una paradita en la célebre Casa Pepe, un bar-restaurante “singular” donde los haya. Estiramos las piernas, nos refrescamos y desayunamos unas “tostas de jamón serrano con tomatito andaluz” que nos hacen “entorná los ojillos” de lo riquísimas que están. ¡Pero qué bien que se come en este país!
El bar lleno a tope, los clientes circulan de aquí para allá con sus viandas entre banderas de España, motivos taurinos y fotos de Jose Antonio y el Caudillo. Un ambiente particular, pero muy agradable, mientras unos observan el paseo en descapotable de los nuevos Reyes por la Cibeles, otros comentan la eliminación de España del Mundial de futbol. España es así y a nosotros nos encanta.

Seguimos nuestro camino y llegando a Bailén, tenemos que tomar una decisión. Una de las grandes ventajas de esta ruta es que puedes aprovechar para ver la Alhambra de Granada o la Mezquita de Córdoba, o mucho mejor, ambas; una a la ida y otra a la vuelta. Nos decidimos por la ruta sureña granadina y el paisaje empieza a  llenarse de olivares hasta donde alcanza la vista. Hectáreas y hectáreas de olivos centenarios que nos evocan a los romanos que habitaron estas tierras y ya los cultivaban hace siglos. También a los árabes que tantas innovaciones nos legaron y ya los vareaban para obtener el mágico aceite de oliva que nos ha hecho famosos en todo el planeta. Imaginamos a Tariq con su turbante cabalgando en su corcel parándose a beber en el camino y de paso a comerse una tosta con aceitito de oliva y tomate, bueno, con tomate no, que no habíamos descubierto América todavía, bueno pues con aceitito y sal.

La carretera que nos lleva de Málaga a San pedro de Alcántara, donde está nuestro hote, discurre cercana a la costa, lo que nos ofrece un precioso contraste entre la arena y el azul del océano con sus veleros en lontananza y los interminables campos de golf, rodeados de pinares, frondosas adelfas y urbanizaciones a pies de las peñas de las serranía de Rond.

Llegamos por fin al Hotel Barceló Marbella apenas pasada la hora del almuerzo. El recibimiento no puede ser más amable y natural. Sara, una de las recepcionistas, consciente de que llegamos justos para comer, avisa inmediatamente al Maître para que no retiren aún el buffet. ¡Menudo detalle!

Mientras aparcamos  el coche en el garaje, nos suben las maletas a la habitación.

La variedad que encontramos en los mostradores del restaurante es espectacular. Hay de todo, ensaladas, gazpacho fresco, quesos y varias opciones de carne y pescado para los segundos platos. También una cocina abierta en la que preparar pasta y una plancha en la que freír al momento lo que a uno le apetezca.  Se nos abre el apetito como si no hubiéramos comido en dos días y nos empezamos a servir. Mirad las fotos y os haréis una idea de cómo nos pusimos. Todo está sabrosísimo, más si cabe cuando estás sentado en una amplia terraza rodeada de palmeras por las que se entrevé la piscina y disfrutando de una divina brisa.

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Llegamos a nuestra habitación y unos se tiran a la cama mientras otras hacen fotos. Es nueva, muy grande  y decorada en tonos crudos que transmiten tranquilidad.  Tiene dos estancias separadas: Un dormitorio con una cama gigante y un saloncito-office separado con un medio muro donde han preparado dos camas supletorias. Nos encanta que las camas de matrimonio sean más altas, es super cómodo. La habitación es muy luminosa y tiene una pequeña terraza con balaustradas de madera que le dan cierto aire colonial y ofrece increíbles vistas a los campos de golf y las colinas de Guadalmina. El baño es muy espacioso, con ducha y bañera, albornoz y todos los complementos. Las chicas están como locas.

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MARBELLA 2014