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En una tradicional callejuela donde abundan las terrazas y las sombrillas encontramos un restaurante que presume de un bonito patio andaluz y allí comemos bajo el frescor de sus arcos. Por supuesto, elegimos el salmorejo y nuestro paladar se llena de contrastes. Este caldo lo tendría que probar todo ser humano antes de morir. Por cierto ¿Alguien conoce  el origen del salmorejo???

Pues viene de siglos atrás. Ya los romanos usaban una especie de masa hecha con pan, vinagre, agua y sal que era muy popular entre los legionario pues permitía comer el pan que se quedaba duro. Con el descubrimiento de América llegaron los tomates, pero curiosamente no fue hasta principios del siglo XX cuando se popularizó la mezcla de esa masa con pasta de tomate que hoy en día se sirve con trocitos de jamón serrano y huevo duro y que… ¡Está de muerte!

A media tarde, ya de vuelta al hotel, descansamos de nuevo en la piscina. El cielo se ha despejado y hace una tarde soleada muy agradable. Sara y Ainhoa se entretienen en el castillo hinchable y jugando al ping-pong con otros chicos de su edad. Están encantadas.

Cenamos pronto para ver el espectáculo de flamenco que ofrecen hoy en el hotel y luego ir otra vez a Puerto Banús, ya vestidas para matar. De camino al buffet pensamos ¿A ver con qué nos sorprenden hoy? Cada día tienen un par de delicatesen diferentes. Ayer toco sushi y Luis se puso morado de makis, Oshis y Temakis.  No sé, ni cómo los distingue, pero le vuelven loco. Hoy sin embargo… ¡Hay Pato! ¡Me encanta! He tomado las dos versiones, el confit y el magré. ¡Deliciosos! Y las chicas encantadas con sus pastas, pizzas, rebozaditos de todo tipo. Sara es más Gourmet y lo prueba todo. Ainhoita la carnívora, ya la conocéis, no deja vivir al caballero de la plancha pidiéndole un filete tras otro. La verdad es que el buffet es muy completo y variado y estamos comiendo de maravilla, demasiado diría yo.

Sábado 21 de Junio de 2014

Hoy empieza astrológicamente el verano y el día hace honor a la fecha. Hace una mañana estupenda y además es el Santo de Luis. Descubrimos que en nuestra planta, hay una sala privada del Club Premium y decidimos investigar un poco. Metemos la tarjeta en la rendija y se abre ante nosotros la puerta de cristal para darnos acceso a una salita encantadora en la que podemos tomar café expreso, pastas y fruta fresca. También hay bollería y los periódicos del día. Las niñas se hacen con un plátano cada una, Amaya con un bollo y Luis con el periódico. Nos sentamos en los sofás leyendo, picando y saboreamos un ratito único de tranquilidad. Luis se queda leyendo la prensa mientras nosotras bajamos al recibidor.

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Preguntamos por una playa y el recepcionista, tan atento como el resto, nos indica amablemente. Todo el personal exhibe una sonrisa permanente que parece sacada de un programa de televisión, ¿Cómo tienen los dientes tan blancos? Pasamos por la playa de San Pedro que tiene un chiringuito muy moderno y buen ambiente. Sin embargo, no es muy ancha y las piedras se mezclan con la arena y resulta un tanto incómoda para tomar el sol, aunque por la noche nos han dicho que hay mucho ambiente.

Para los que se decidan a venir para acá, os recomendamos un buen mix de hotel y playa. El nuestro tiene de todo para el que no sea muy playero, y para los locos del mar, os sugerimos mejor la playa del Rodeo que está a cinco minutos en coche y tiene de todo. Chiringos, duchas, palmeras, hamacas, sombras y sobre todo un “mega parque” de hinchables que hizo las delicias de Sara y Ainhoa. Según llegamos nos adentramos por unas calles arboladas y llenas de flores, entre urbanizaciones de una arquitectura típica, elegante y muy bien conservada. Me imagino lo que costarán esos áticos con vistas al mar y esas zonas comunes tan cuidadas.

Será por la fecha pero en la playa no hay demasiada gente, lo cual nos encanta. No tenemos sombrilla así que  buscamos imperiosamente una sombra y la encontramos bajo una palmerita a pocos metros del agua. A unos metros 20 metros de la orilla hay instalado una especie de parque enorme de hinchables que las niñas ya han fichado desde la lejanía, así que no tardan en meterse en el agua para medir la temperatura y hacernos la pelota para que les paguemos la entrada. Son sólo 10 Euros y de veras que están bien invertidos. ¡Como disfrutaron! VER MÁS FOTOS

 

Se pasan una hora dando saltos, resbalones, bajando toboganes, escalando, chapoteando y jugando con unos niños rusos muy simpáticos. Mientras, nosotros nos relajamos, charlamos, tomamos el sol y nos entretenemos viendo cómo sufren los del chiringuito que tenemos detrás para bajar del tejado una sombrilla que  ha salido volando con el viento que se acaba de levantar.


Rescatan la sombrilla y en dos minutos tienen la terraza montada de nuevo, esta vez protegida de la ventolera. Increíble.

Volvemos al hotel para comer y después decidimos disfrutar de las ventajas del club Premium: Nos dirigimos a la piscina privada que descubrimos el primer día. El entorno es muy relajante. Se lo han montado bien. Pues si quieres intimidad, te vienes a esta piscina que es más pequeña, pero mucho más personal, como escondida entre los jardines y resguardada por dos muros laterales con un montón de tiestos andaluces. Tiene sus propias duchas, tumbonas y un rincón chill-out con cojines de colores. Al poco las niñas se aburren y se van a la otra piscina que tiene más marcha y nos quedamos el matrimonio aquí solitos. Parece que la estrategia ha funcionado.
Hoy también cenamos pronto y nos vamos a ver el puerto de Marbella. Esto es otra cosa, mucho más grande que Banús con las terrazas llenas de gente, de gente normal. VER MÁS FOTOS

Pero lo que realmente nos fascina es el casco histórico. A pesar de ser de noche, lo vemos iluminado y lleno de ambiente. Las callejuelas estrechas, las rejas de las ventanas, los patios con flores, las iglesias, el suelo empedrado, los rincones, todo limpísimo y arregladísimo. Sabor típico andaluz en los balcones y mezcla de cultura árabe en sus pasadizos. ¡PRECIOSO! Es una pena que no podamos vivirlo un poco más y pasar más momentos cenando tranquilamente en alguno de esos patios secretos. Bueno, así queda una excusa para volver.

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MARBELLA 2014
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